Sólo necesitas una habitación tranquila, buena música, un rato para dedicarte a ti misma y los siguientes productos:
- Algodón
- Líquido quita-esmaltes
- Lima de uñas
- Un recipiente pequeño
- Palo anti-cutículas
- Endurecedor de uñas
- El esmalte de uñas de tu elección
Para empezar, necesitamos limpiar cualquier traza de la anterior manicura, utilizando un algodón empapado en loción quita-esmalte. Limpia tus uñas a conciencia para que no quede ningún rastro del esmalte viejo.
El siguiente paso es limar las uñas. Tú decides qué forma quieres darles: cuadradas, en óvalo o con más punta. Pasa la lima siempre en la misma dirección, no en vaivén. Comprueba que el borde quede suave, sin ninguna arista que se pueda enganchar.
Lávate las manos con agua y jabón para que cualquier resto del polvo de la uña desaparezca. Después, llena el recipiente con agua caliente y pon tus uñas a remojo durante diez o quince minutos. Hay quien añade un chorrito de aceite de oliva al agua. Pasado ese tiempo, seca bien tus manos con una toalla.
Las cutículas se reblandecerán con el agua. Utiliza el palito para empujarlas hacia atrás. Nunca las cortes.
Es el momento de aplicar una capa base de endurecedor. Empieza desde el centro, pasando el pincel desde la base hasta la punta de la uña. Una vez que acabes con las dos manos, déjalo secar.
Ahora ponte la laca de uñas. Elije tu color favorito, teniendo en cuenta también la ropa que vayas a llevar. Atrévete a innovar; lo peor que puede pasar es que tengas que repetir la aplicación con otro color si el primero no te gusta. Tal vez con una capa valga, o si no, aplícate una segunda.
Por último, una última capa de endurecedor hará que la manicura dure más tiempo sin estropearse.
0 comentarios:
Publicar un comentario